Comer bien para cambiar y no al revés. Esta idea revolucionaria puede darte la clave para abandonar la vieja creencia de que la dieta es sólo cuestión de fuerza de voluntad.

Todo en nuestro organismo es una red de sistemas especializados y relacionados entre sí con una enorme precisión. Todo está conectado y si podemos separarlo, es sólo para poder explicarlo. De la cabeza a los pies y desde la piel hasta lo más íntimo de nuestros pensamientos, las células, los tejidos, los órganos y aparatos del cuerpo humano son un sistema perfectamente integrado.

Con la alimentación y la respiración nutrimos esta maravillosa creación natural. Y es nuestra responsabilidad hacerlo contribuyendo a su equilibrio, con cambios en los que la dieta es tan importante como lo son la conciencia corporal y el autoconocimiento.

Cambiar la forma de alimentarse tiene efectos en todo nuestro ser. Es sorprendente que puedan experimentarse nuevos puntos de vista nuevos cuando modificamos la dieta mediante principios de orden natural.

La alimentación y nuestro especializado sistema digestivo tienen tanto que ver con la manera en la que sentimos y vivimos los acontecimientos que podríamos decir que: lo que comemos y cómo lo digerimos, está hablando de quién somos.

El buen funcionamiento del cuerpo tiene una importancia mayúscula a la hora de digerir, asimilar y nutrir nuestras células. Y esto va a repercutir directamente en la salud, en el bienestar que sentimos. Sin embargo, esta precisión biológica está constantemente influida con la experiencia que tenemos de nuestro presente. Con pensamientos y emociones tóxicas de sucesos vividos, con nuestra buena o mala respuesta al entorno, a las relaciones, con la prioridad que damos a nuestras necesidades, con lo que nos permitimos hacer o soltar, o con las decisiones que tomamos en el día a día.

Una alimentación consciente y natural incluye el conocimiento de cómo funciona nuestro organismo, de las leyes naturales de orden y equilibrio que rigen en la naturaleza de la que formamos parte y también implica un contacto más profundo con tu ser.

Cuerpo y mente, se conectan al instante. Podemos asegurar que una parte sin la otra, no se explican. Al menos no para las personas que han tenido un contacto más o menos directo con la inteligencia emocional. Las creencias, las emociones, el propósito vital, el sentimiento trascendente de lo que vivimos, no sólo aportan conciencia de salud, sino que pueden ser poderosas herramientas para mejorarla.

Tiene sentido considerar la conciencia como un elemento integrador para desarrollar nuevos hábitos saludables de vida, para dar el paso y cambiar. Aprender a llevar una alimentación natural que dirija nuestra energía exactamente allí donde queremos, que respete los principios de mejora de la vitalidad y la salud, es un acto consciente y de respeto por el maravilloso ser que somos.

Para dar lo mejor de uno mismo, en necesario conocerse en profundidad, despertar los talentos, las habilidades, dar el protagonismo al «mejor yo», que permanece esperando a que le demos una oportunidad. Tenemos esta vida para vivirla, para sentirla y sobre todo para ser conscientes de ella. Es tiempo de tomar las riendas, soltar lo que ya no vale y está pesando, es tiempo de alimentar conscientemente lo mejor de cada uno.