Atención. Este artículo es peligroso para las personas que no gustan de viajar al interior de sí mismas. Leerlo puede hacer que cambien de enfoque y empiecen a valorar las ventajas de reconocer sus propias emociones, pensamientos y conductas.

¿Qué es primero sentir, pensar o actuar?

El mecanismo Sentir – Pensar – Actuar no funciona de manera lineal, sino que, estos tres grandes verbos vitales conforman un equipo en el que cualquiera de ellos puede iniciar el juego.

Para entenderlo pensemos en los ángulos de un triángulo.

La geometría nos dice que la suma de los ángulos internos de cualquier triángulo siempre es igual a 180º. Pues bien, de manera análoga, cuando integramos sentir – pensar  – actuar,  el resultado es invariablemente el mismo: una experiencia humana.

Para apreciar el juego de la vida es esencial ser conscientes de la relación entre el sentimiento, el pensamiento y la acción. Necesitamos los tres ángulos. 

 

Empecemos la partida

 

Sentir. Cuando sientes algún estímulo, ya sea de tu propio cuerpo o proveniente del exterior, el pensamiento se pondrá en juego inmediatamente. Aflorará algún recuerdo asociado a eso que estás sintiendo y/o elaborarás una idea con relación a lo percibido.

Ejemplo. Observa qué pasa cuando escuchas una canción que te gusta mucho. Puede que te den ganas de bailar, o quizá, si te trae recuerdos tristes o te produce nostalgia, no puedas evitar llorar. Lo mismo pasa con un olor sugerente, el tacto, el dolor o cualquier cosa que sientas.

Los estímulos excitan nuestras emociones y pensamientos, condicionando lo que te propongas hacer.

 

Pensar. De la misma manera, lo que piensas o recuerdas actúa como un despertador de emociones. Dichas emociones tendrán una relación directa con aquello que ocupa tu mente y las acciones que emprendas estarán vinculadas a tu estado de ánimo. 

Ejemplo. Recuerda algo interesante o importante que ocurrió en tus últimas vacaciones. Seguramente según empieces a visualizar las imágenes y recuerdos, revivirás también  las sensaciones que experimentaste en aquel momento. Sentirás un determinado humor y en una ocasión futura similar, esa experiencia vivida (pensamiento – sentimiento – acción), te llevará a repetirla o a evitarla.

 

Actuar. La acción pone en juego el triángulo de diferentes maneras.

La conducta responde a la motivación que tenemos para llevar algo a cabo.

Ejemplo. Piensa lo que se necesita para seguir una dieta estricta.  Será imprescindible que cuentes con una auténtica motivación intrínseca, es decir, la que está ligada a tu total confianza de que eres capaz de hacerlo (creencia, pensamiento) y que, al mismo tiempo, moviliza valores de satisfacción, amor propio y fuerza interior (valores, sentimientos), entre otros.

Nos protege y no actuamos para evitar la frustración de no lograr lo que deseamos.

Ejemplo. Nos proponemos un objetivo, pero no hacemos nada para conseguirlo o nos saboteamos los planes. ¿Dónde está aquí la coherencia entre lo que quieres, sientes y haces?  Puede que la motivación te falle, sí, o puede que la no acción responda a un miedo del que no eres muy consciente. Por ejemplo, miedo a no ser capaz de lograrlo, miedo a las consecuencias que tenga o a lo que otros puedan pensar de ti.

Las emociones y pensamiento responden a un comportamiento o acción determinada.

Este es un efecto súper potente. ¡Compruébalo!

Si estás triste tu rostro y tu cuerpo lo manifiestan. El lenguaje corporal lo dice todo: cabeza baja, hombros hacia dentro, rostro serio y pocas ganas de nada. ¿Verdad?

Bien, pues busca algún pensamiento triste y trata de mantenerlo en tu mente mientras haces lo siguiente:

  • Levantas la cabeza y estiras la espalda
  • Echas los hombros hacia atrás
  • Sonríes

Seguramente te cueste mucho ya que la postura corporal (acción, movimiento) te está sintonizando con la alegría. De nuevo la coherencia pensar – sentir – actuar está funcionando detrás.

 

2ª parte del juego

La felicidad que anhelamos vivir se nos escapa de las manos y parece que no tenemos opciones.

Cuántas veces las circunstancias nos impiden mantener la motivación y cuántas veces vemos alejarse los objetivos. ¿Puede estar fallando la coherencia entre nuestras acciones, pensamientos y emociones?

No está de más que miremos con perspectiva y profundicemos en nuestras verdaderas motivaciones. Ser conscientes de nuestro sentir, pensar y actuar, puede darnos tanta luz como la del faro que evita que choquemos contra el acantilado.

Hazte las siguientes Preguntas – Luz

  • Sobre el Sentir.

¿Cuál es la verdadera motivación que hay detrás de lo que quiero?

¿Estoy siendo fiel a los valores qué más me importan?

¿Me aferro a algún miedo que me impide actuar?

 

  • Sobre el Pensar.

¿Qué pienso sobre lo que quiero?

¿Lo veo imposible? ¿Creo que me lo merezco? ¿Me siento capaz o incapaz de conseguirlo? ¿Me autorizo a tener éxito? ¿Qué ganarían los demás? ¿Qué perderían? ¿Qué pensarían?

 

  • Sobre el Actuar.

¿Qué beneficio obtengo si no logro lo que quiero? Quizá está respuesta esté relacionada con tus miedos.

¿Qué pasaría si tuviera éxito? ¿A quién afectaría? ¿Qué esfuerzo tengo que hacer?

 

Estas son solo algunas preguntas para viajar con claridad hacia nuestro mar interior.  Si nos respondemos con sinceridad podemos fluir en la dirección adecuada.

Recuerda que el camino es más importante que las metas. porque en el proceso hasta llegar a ellas, inviertes mucha vida y esfuerzo. Añadirle conciencia lo convierte en mucho más que un logro, le otorga sentido.

 

La felicidad es una actitud y mucho más que un lugar al que llegar.

 

  1. No te empeñes en negar las emociones y abandonarlas en el sótano del corazón. Debes averiguar qué sientes, de lo contrario, tus sentimientos seguirán influyendo de manera inconsciente en tu pensamiento y conducta. Es decir, en tus resultados.

 

  1. Desentierra ideas y esquemas mentales que sabotean tu felicidad. Quizá necesites ser valiente y soltar lo que revuelve tu mar interior.  Si es así, agradece lo vivido y aprende de la experiencia. Contarás con más sabiduría para continuar el viaje.

 

  1. No te dejes llevar por la inercia de la costumbre. Abandona los hábitos que te condenan a repetir errores y también los que espantan tus sueños. Empieza a  vivir de manera consciente. Reconoce tu sentir . pensar . actuar particular.

 

El regalo de acercarte a ti  es saber quién eres, qué nivel de conciencia pones en lo que haces, cuáles son tus verdaderos valores, dónde reside tu potencial, cuánto y cómo lo expresas, qué amor te das a ti misma, a ti mismo y qué ofreces a los demás.

Te animo a descubrirte. Ni tú ni el mundo debéis perderos tu autenticidad. Explórala.

 

 

Curso “Los 12 escenarios de tu vida”. Un recorrido por las áreas clave de experiencia de tu vida que te llevará a mirarte sin miedo a los ojos y descubrir el enorme potencial que la vida ha depositado en ti.